El transporte público como herramienta política
Si la pandemia no había sido suficiente para modificar los patrones de desplazamiento de los núcleos urbanos e interurbanos, ahora llegan las fuertes tensiones políticas en la comunidad internacional, y que han hecho aumentar los precios de la energía y de los combustibles en el continente europeo.
El gobierno alemán ya introdujo hace unos meses el abono fijo nacional de trenes por 9€ durante 3 meses, aunque no ha demostrado modificar la forma de desplazarse de los usuarios del vehículo privado. Otro caso parecido es el de España, que abarca desde la rebaja de los precios del transporte urbano hasta la gratuidad de los abonos de cercanías y media distancia para usuarios recurrentes. Habrá que ver, en todo caso, si los resultados son similares a los de Alemania o no.
Sin embargo, estas políticas, cuyo objetivo es cambiar los hábitos de los desplazamientos, ha tenido durante décadas una intención más ambiciosa: establecer los bandos ideológicos en el contexto internacional. En esta entrada analizaremos cómo, los bloques de EEUU-UE y Rusia-China, han tenido siempre un afán político en esas medidas de fomento del transporte público.
Agilizando el transporte con electrónica
Tras el impulso de formas alternativas al vehículo privado y con el objetivo de pacificar los centros de las ciudades, las redes de transporte empiezan a mostrar ciertos signos de fatiga. En definitiva, se trata de prevenir, controlar y evitar situaciones de aglomeración en los diferentes transportes metropolitanos, especialmente en aquellos considerados como de alta capacidad. Además, uno de los objetivos será disminuir el tiempo que cada uno de los usuarios emplea en utilizar el transporte, para competir contra la mayor ventaja del coche: la rapidez. En esta entrada analizaremos cómo algunos métodos electrónicos para el control del tráfico de personas o vehículos fracasaron o no en su reto de agilizar este transporte urbano.
Mucho suelo y pocas nueces (Parte 1)
El inicio de toda actuación urbanística de gran tamaño comienza por la denominación de la zona como urbanizable, incluida en los Planes Generales de Ordenación Urbana (PGOU) de cada municipio. Pero no siempre son fáciles de llevar a cabo, e incluso muchas veces cuentan con opiniones muy diversas entre promotores y colectivos sociales. Un aspecto cuyo debate se centra en lo que denominamos “calificación de suelo”, concepto que conocemos como tal desde la Ley de Suelo de 1975, y que en gran parte solo se soluciona con el resto de leyes (autonómicas, nacionales,etc.) que protegen o no diversos terrenos. Ejemplos como la huerta de València, objeto de reclasificaciones dudosas durante los años previos a la “crisis del ladrillo”, han sido el foco que a día de hoy nos lleva a preguntarnos qué ocurre, por qué, y cómo.
Planificando el transporte urbano
En una Europa cada vez más concurrida, los sistemas de transporte público urbano se hacen útiles y eficaces para el mejor acceso a cualquier punto de las ciudades. La mayoría de ellos suponen un quebradero de cabeza para los ayuntamientos, ya que deben de ser capaces de conectarse con el resto de transportes interurbanos. Y no solo eso, sino que deben estar construidos bajo unas condiciones concretas y diferentes en cada uno de los municipios implicados. ¿Y cuáles son los mejores trucos para planificarlo?
Camino a una construcción sostenible
El sector del transporte supone un 25% de las emisiones totales de gases de efecto invernadero en España. Por modos de transporte, la carretera representa casi el 95% de las emisiones, mientras que la contribución de otros modos de transporte es bastante más minoritaria. Como responsables de la construcción de las infraestructuras de transporte, debemos ser conscientes de este problema, y dar prioridad a la situación de emergencia climática en el ejercicio de la profesión. Por tanto, ¿en qué afecta a los ingenieros de caminos?
Muchos proyectos, pocos reconocimientos
El próximo 14 de agosto se cumplirá un año del fatídico accidente que dejó, además de 43 fallecidos, una huella en los ingenieros. La misma que llevan predicando durante años después de la crisis financiera: el futuro consiste en preservar y mantener adecuadamente las infraestructuras existentes. Con miles de puentes, presas, carreteras o cualquier otro tipo de construcciones en el mundo, ese futuro se ha convertido en presente. Aunque para el Puente Morandi hallamos llegado tarde, el nuevo se convertirá en otra obra más que cuidar, entrando en el bucle infinito de: Diseñar – Construir – Mantener – Destruir. Y el papel de los Ingenieros de Caminos se encuentra en todas las fases pero, ¿somos capaces de demostrarlo?
Obras públicas durante el franquismo
Me he acordado de mi faceta de investigador durante el bachillerato sobre la ingeniería de caminos. Y, como no, fui el “rarito” de la clase al plantear trabajos diferentes o inusuales a los que mis compañeros presentaban. Fue, sobre todo en Historia de España, aquello que me diferenciaba, pero también aquello que tanto me gustaba compartir con el resto de la clase. Pues bien, he buscado dónde tenía guardados esos trabajos, y de momento he encontrado el que más me gustó: Obras Públicas en España durante el Franquismo. Y es por ello que, aunque fuera un poco más joven, creo que a día de hoy seguiría dejándolo tal cual escribí. Espero que os guste.
Transporte público ¿gratuito?
Desde hace 230 años nos encontramos en una etapa social liderada por la burguesía. Como consecuencia de la industrialización, surgen las ciudades, el mejor concepto de unión de los trabajadores en un lugar conectado y al alcance de los servicios necesarios. Pero aglutinar a tanta gente en un mismo recinto no podía ser tarea fácil. La congestión en las calles empezaba a provocar malestar y problemas a la población, por lo que la idea de un transporte que fuera eficiente en espacio y de alta capacidad era cada vez más necesaria. Autobuses, tranvías, incluso líneas de metro…pero claro, si los que lo empleaban era el proletariado, tenía que tener un coste bajo (eso implica que no reclamarían salarios más altos). La pregunta es, ¿hemos incrementado esa necesidad hasta el punto de que sea gratuito?
Ciudades del futuro
Ciudades como Madrid, Londres o París, se levantan cada día con un tráfico imposible de controlar. Las medidas paliativas son parecidas: prohibir la entrada en determinadas condiciones; aumentar el transporte público; peatonalizar las calles más congestionadas…pero ninguna, sin duda, diríamos que pudiese ser la que ha pensado Egipto para su capital. Se trata de una idea muy polémica, y consiste en trasladar todos los asuntos gubernamentales a una nueva ciudad. Con esto se pretende crear una nueva ciudad administrativa que dé cabida a los nuevos residentes y dejar atrás el colapso de El Cairo.
Cuando la escasez origina el conflicto
Almacenar recursos finitos ha sido siempre una tarea difícil, sobre todo cuando la población empieza a multiplicarse descontroladamente hasta niveles insostenibles. Es en este momento en el que se origina un conflicto por abastecerse uno mismo (hablando de países) sin tener en cuenta el resto del conjunto de la sociedad, especialmente con los recursos hídricos. Es, por tanto, que la batalla por el agua acaba de empezar sin una aparente alarma política, y que muchos comienzan a responder incorrectamente. Este es el caso de la presa de Ilisu, en Turquía, que ha desencadenado un conflicto a nivel nacional e internacional.
